¿Qué sucede cuando una niña le confía a un/a entrenador/a que ha sido objeto de abusos, pero le pide no decirle a nadie? ¿Qué pasa cuando una niña comparte esta información con una compañera de equipo? ¿Hay alguna diferencia si una entrenadora adulta mujer revela a otro entrenador que ha sido violada?
Hay una línea muy fina entre la protección de la confidencialidad de una sobreviviente y la perpetuación de la cultura de secretismo que rodea a la violencia basada en género. Cuando una niña o una muchacha descubre que ella ha sido el blanco de la VBG, la persona a la que ella le dice tiene una doble responsabilidad: por un lado, debe mantener la confidencialidad, por ejemplo para no victimizarla más a su través de exponerla públicamente. Por otro lado, esa persona tiene la responsabilidad de reportar el incidente y ayudar a la niña/muchacha a obtener la ayuda que necesita, como servicios médicos, legales y psicosociales.
Para un/a entrenador/a o compañera de equipo, estas dos responsabilidades pueden parecer en conflicto. En última instancia, todas las personas tenemos una obligación moral y legal de reportar el abuso infantil a las autoridades competentes. Es importante que un/a entrenador/a o compañera explique esto a la sobreviviente cuando ellas revelan que han sido violadas.